domingo, 23 de julio de 2017

Dejar de respirar

¿Alguna vez lo has sentido?

Esta es mi historia, la de ahora, la de ayer, la del mañana... quizás no la de dentro de unas semanas, pero al menos sí, mi historia de hoy.
¿Crees que es fácil? Propóntelo durante unos instantes... Sumérjete bajo el agua, tápate la nariz o simplemente deja de inspirar durante unos segundos... Contén la respiración... Aguanta... ¿Duele verdad? Angustia ver que todo se pueda acabar, es así de fácil, solo hay que dejar de respirar y es entonces cuando sueltas el aire y respiras aliviado, ¿no era tan sencillo, verdad? Pues sí, dejar de respirar no es tan sencillo. No todos nos atrevemos a hacerlo, algunos experimentarán la gran suerte de nunca sentir tal necesidad, otros tiemblan solo al oír hablar de ello y sin embargo, otros muchos nos vemos en la situación de un día para otro.

¿Saben lo que es amar de verdad?

Quizás alguna vez han sentido que están enamorados. Quizás crean que saben lo que es el amor, pero quizás una vez leído este post se den cuenta que solo estuvieron ilusionados o quizás, enganchados... pero amar... AMAR es algo muy distinto. Puedes un día cualquiera conocer a una persona, quizás te la cruces en el pasillo, o simplemente esté tomando algo en la mesa de al lado, leyendo un libro en la playa, riendo con sus conocidos o quizás le veas solo entre una muchedumbre. Quizás, como suele ser habitual en nuestra sociedad actual, solo te llame la atención en un perfil de cualquier red social. Puede que sus preciosos ojos, su bello rostro, su extraña apariencia, su pelo, su forma de sonreír, quizás solo una mota que parece una pequeña mancha facial te haga fijar tu atención en él/ella. Entonces quizás pienses ¿por qué no? Y es ahí cuando empieza todo, es ahí cuando esa persona en un instante decidió subir a nuestro tren, sin saber si se quedará o no, pero decidimos incluirle en nuestra historia. Puede que un día decidas dar me gusta a una foto suya, agregarle o si llevaba mucho tiempo ahí, escribirle cualquier tontería para saber si existe alguna posibilidad de que esa otra persona quiera subir al tren, es como regalar un pase VIP al tren de tu vida. No sabes si bajará en la siguiente estación o se quedará para siempre, pero ahí estás tú, invitándole a subir. Y entonces, puede que ocurra. Empezar una conversación, reír con él/ella aunque no esté a tu lado, pedir un número de teléfono, realizar la primera llamada entre nervios, ir conociendo poco a poco al otro hasta que un día de repente decidas proponerle quedar o mejor aún, esa otra persona te lo proponga a ti. Ahí se creará la ilusión. La ilusión de ponerte guapa para él, de tirarte dos horas con tu mejor amiga eligiendo qué llevar puesto a esa "primera cita". ¿Qué antiguo suena, no? Y qué ilusorio a la vez. Entonces y solo entonces, te verás envuelto en el principio de una ilusión, en el principio de algo que te marcará y que sea o no eterno, habrá marcado el resto del viaje. La primera vez que le miras, pensando ¿qué pensará de mí?, ¿me verá guapa?,¿habrá venido solo por curiosidad? Y entonces descubres que igual fue demasiado, que igual quisiste jugar a la vida y ahora la vida te ha engatusado, pues aquel que te mira se ha convertido de la noche a la mañana en el pasajero que más anhelas sentar a tu lado, charlar aunque sea del tiempo, poder mirarle y verle sonreír, o simplemente, observarle mientras él haga lo que sea que quiera que le guste. Paseáis, reís, os hacéis la primera foto, huír del momento mágico, pues una vez suceda ya no volverá a significar tal y entonces ocurre. El tiempo se detiene y ahí está, el primer beso. Un encuentro por lo general bastante torpe y desenfadado, pero un encuentro que ya ha marcado el inicio de algo. Y paseáis y coméis juntos y le llevas a un rincón del mundo que es especial para ti y le cuentas un poco tu vida y de repente, caéis en la cuenta. Es hora de marcharse. Quizás esa persona quiera quedarse, pero su tren se marchará muy tarde. Así que decides acompañarle, un último beso, una frase y una promesa. Y entonces duele ese cierre de puertas, duele ese tren al marchar, duele que esa persona haya cruzado el cristal. Y allí estabas, sonriendo con su mensaje de vuelta a casa, pensando si solo fue un espejismo o casualidad, pensando si volverá. Y un día vuelve y otro también y entonces, se convierte en tu compañero de tren. Y así nace una ilusión. La ilusión de sonreír con otro, de que te acompañen si has de llorar, de que te digan que estas guapa aún con la cara llena de maquillaje sobrante del día anterior, con tu peor pijama y tu peor cara, pero ahí está.

Estar ilusionado por y con alguien es muy sencillo, cualquiera lo puede hacer, pero ¿saben qué es amar? Amar es algo totalmente distinto, a mi modo de ver. Amar es que su sonrisa provoque la tuya, que su felicidad te haga sentir que todo va bien, que su tristeza, aún sin él decirlo, te haga pensar que algo no va bien hasta que compruebas que él tuvo un mal día. Amar es estar molesto con esa persona por algo que dijo el día anterior y entre lágrimas, sin apenas poder ver la pantalla de tu ordenador, comprarle el regalo que más desea para su cumpleaños. Amar es verle sonreír con tu familia y sentir que aquello es lo que siempre has estado esperando, sentarte en silencio a ver una peli a mitad de la noche y que eso te parezca la mejor fiesta a la que nunca tuviste la ocasión de asistir. Amar es cambiar planes de familia y amigos por solo un instante con esa otra persona, hacer el primer viaje con tu nuevo coche a verle, sorprenderle cada fin de semana para que no muera eso tan precioso que existe entre los dos. Si le ves llorar ayy si les ves llorar, tu mundo se desmorona, pues te das cuenta que la pieza fundamental que encajó tu puzzle y te hizo recuperar la alegría de vivir, está ennegreciendo, está dejando de brillar y luchas y luchas por una sonrisa, por un atisbo de felicidad.

Sé lo que es amar hasta que duela. Sé lo que es dolor en el corazón por ver un tren marchar, por no poder besar cuando lo necesitas, por no poder ni siquiera decir te quiero con la mirada cuando lo necesitas. Sé lo que es sentir su dolor aun sin saber que esté mal, sé que es bailar sin que le guste solo por verte sonreír, sé qué es que te mimen por un mal día con una foto o vídeo, un mensaje, sé lo que es irte de viaje y que te sorprendan antes de marchar.

Y es por eso que lo sé que un día dejé de respirar. Fue inconscientemente. ¿Qué pasa si esa persona te hace sentir que algo ha cambiado, que ya nada sigue igual? Y en cada discusión una palabra, un gesto y se dibuja en tu rostro una gota de mar. Cada gota de mar pesa, aun se puede sanar. Pero tú no quisiste sanar. Quizás ninguno quisimos. Y entonces llegan los reproches, las dificultes, la negatividad y un día mi corazón no pudo más y acto seguido, dejé de respirar.

No imaginas cuánto lloré, cuanto me ahogué... Tanto, tanto, que aún sigo aquí, sin saber qué hacer. Pues cuando amas hasta que duele, cuando es amor de verdad... ayyy cómo duele dejarte marchar. Y vas andando o crees andar, conoces gente nueva, amigos, sales a bailar ... pero de repente un día, una canción, un recuerdo, una evocación del último adiós... No puedes dormir. Sabes que llevas tiempo sin corazón. Sí, sí, ya no está aquí. Parece ser él quien bajara del tren, en lugar de tú, parece ser él quien se marchó en la última estación. Parece que tú siguieras a mi lado, inerte, mientras él se marchó. Un puñal, una herida que se va trazando en la mar, al final eso solo te puede ahogar. Y ahí estaba yo, culpable de todo aquello a ojos de los demás, la decisión fue tuya has de apechugar y en mi mente solo una pregunta: ¿POR QUÉ? ¿por qué dejaste de bailar conmigo solo por verme sonreír? ¿por qué decidimos no dar marcha atrás? ¿por qué la vida me dio aquello si luego me lo iba a quitar? ¿por qué a nosotros? Muchos creyeron en el amor solo por nuestras miradas, por nuestras sonrisas y ahora ¿por qué? ¿por qué te dejo marchar? Disney. Princesas. ¿Por qué la dejas marchar? PORQUE LA AMO. Y más que nunca comprendí qué era amar. Amar de verdad. Amar hasta que duela. Un amor de esos que según dicen solo se vive una vez. De esos que son como una gota en el mar.

El día que supe que no era igual, que ya no bailábamos al mismo compás, que el adiós era parte del destino o casualidad, que ya no vibraría más el corazón, pues hace poco se marchó, que ya se oscureció... Placas de hielo lo cubrieron hace tiempo a modo de escudo y tú las derretiste una a una para volver a hacerme sonreír, cuando las sonrisas fueron lágrimas, él decidió marcharse, quedarse atrás en la estación y tú seguías a mi lado, inerte, una vez más, pero te tuve que invitar a bajar. No fue sencillo ni mucho menos poco doloroso, pero en ese momento lo supe.

Ahora estoy perdida, mi tren está muy vacío, gente que sube y baja sin cesar, todo a un ritmo acelerado. Mi corazón... ayyy amigo, mi corazón sigue en la parada, quizás no vuelva a subir. Para colmo, le pesa mucho el viaje. Mi estrella la más brillante decidió bajar hace un año, mi otra mitad, mi estrellita de pelo blanco que tanto me hacía vibrar. Y vosotros, lo más luchadores, también os fuisteis demasiado pronto, demasiado seguidos y dejando demasiado dolor. Y cómo no, me duele ella, mi pequeña cosita pequeña. Nunca imaginé que sería tanto para mí, que me harías sentir mamá, que propiciara mi primer tatuaje, mi primer pasito para andar. Ahora todo eso pesa y tu marcha mucho más. Es por eso que hoy lloré, como hacía tiempo no pasaba y caí en la cuesta de que me ahogaba. Claro que me ahogaba, no soy de hierro, como pretendo ser, no soy de hielo, como anhelo poder y sobre todo, no soy tan fuerte como pretendo facer.

¿Qué sencillo sonreír, verdad? Qué sencillo guardar tus lágrimas por no ver sufrir a los demás. Qué sencillo aparentar ser la loca y alegre de siempre, ¿verdad? Quizás mañana diga la verdad. Quizás un día aprenda a expresar. Quizás un día sea capaz de publicar...

... solo entonces sabrán, que aquel día, yo dejé de respirar ...


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